¿Cómo funciona la relación entre las empresas y la tecnología digital? Según algunos estudios publicados recientemente, no como debería. Sin embargo, las empresas ahora tienen varias herramientas y mejores prácticas a su disposición para aumentar productividad e inspirarse. Vea algunas de ellas.

El concepto de digitalización corporativa es bastante amplio e incluye prácticas de varios tipos y diferentes invasiones. No obstante, la idea básica es gestionar la información y los procesos de manera integrada aprovechando las oportunidades que ofrecen las tecnologías digitales.

Las ventajas son muchas, y también las posibilidades de amortizar inversiones accediendo a reducciones e incentivos. Entonces, ¿cómo es posible impulsar procesos de transformación digital y, sobre todo, por qué hacerlo?

La digitalización, está claro, significa la transformación de lo analógico a lo digital de procesos, productos y servicios: es un camino que se ha iniciado hace algunas décadas, pero que se ha acelerado en los últimos años.

En particular, en el ámbito administrativo se ha debatido mucho sobre la facturación electrónica y la preservación digital. Gran parte de las prácticas administrativas y contables ahora se pueden producir directamente de forma digital, sin recurrir a un original en papel. La eliminación de la impresión en papel, sin embargo, es solo el aspecto más llamativo de las oportunidades que ofrecen los procesos de transformación digital.

Un proyecto de digitalización, en este sentido, se puede aplicar a toda la gestión de una actividad. Puede innovar productos y servicios, procesos de producción, desarrollo y control. Estos son algunos ejemplos de procesos de digitalización empresarial:

  • Desmaterialización de la gestión documental, de hecho, con la progresiva eliminación de los archivos en papel a favor de los documentos digitales.
  • Integración de sectores empresariales en un software de gestión complejo, a fin de obtener un control más preciso de los procesos individuales y de todas las actividades.
  • Automatización de las fases de procesamiento con el uso de maquinaria de nueva generación, capaz de realizar determinadas tareas por sí sola.
  • Procesamiento y análisis de datos de mercado y experiencia del cliente utilizando inteligencia empresarial y software de gestión de relaciones con el cliente.
  • Conexión en tiempo real de los sujetos involucrados en la cadena de suministro de la empresa, por ejemplo proveedores y distribuidores.
  • Gestión ajustada de los recursos humanos, con el intercambio de proyectos remotos y el trabajo inteligente.

Como puede verse en esta breve lista, las posibilidades son muchas. En general, lo que todas estas soluciones tienen en común son los conceptos de compartir, conexión e integración.

En esencia, se trata de hacer que las personas y las máquinas funcionen de manera más inteligente, accediendo y compartiendo más información para eliminar redundancias y optimizar los recursos. Frente a las inversiones en software y maquinaria, los beneficios económicos también están ahí y pueden ser muy importantes.

Un proceso de transformación digital en la empresa, por tanto, es por un lado una necesidad porque responde a un cambio general (incluso en la administración pública), por otro una elección voluntaria que, bien pensada, da sus frutos.

Empresas y tecnologías digitales

Pero, ¿cuál es la relación con lo digital de la economía y, en particular, de las pymes que constituyen su verdadero tejido conectivo?

Las encuestas y las estadísticas dibujan un panorama con más sombras que luces, con caminos de digitalización caracterizados por algunas excelencias pero por una media por debajo de los estándares europeos. Informes como el elaborado por el Observatorio de Innovación Digital PoliMi, por ejemplo, revelan un enfoque no tan favorable de la innovación para las pymes, en el que a menudo se limita a la adopción de soluciones únicas en lugar de una transformación profunda.

El resultado es que, según el estudio, solo el 26% de las pymes encuestadas son maduras digitalmente y, por tanto, capaces de competir en el mercado internacional. Se pueden hacer una hipótesis de varios elementos en el origen de esta situación.

Como es habitual, existe una cierta desconexión entre las grandes áreas de producción y el resto de áreas, que también es consecuencia de un acceso diferente a las infraestructuras habilitadoras. Paradójicamente, incluso para activos intangibles como los tecnológicos, la posición geográfica tiene su peso.

Más aún, un factor cultural parece influir en el retraso de la transformación digital. Especialmente en las micro y pequeñas empresas todavía existe cierta reticencia a la hora de cambiar, ya sea la adopción de software de análisis de datos, gestión de ERP u otros sistemas. Una desconfianza que también se refiere a la actualización de la maquinaria, que podría servir para hacer más eficientes los ciclos de procesamiento y automatizar algunas fases.

Por otro lado, las motivaciones económicas pesan mucho en esta desconfianza: un proceso de digitalización empresarial no es gratuito y, por tanto, la decisión de invertir tiempo y recursos no es fácil.